domingo, 8 de abril de 2007

Noche de Atraco


¿Te decepcioné o te fallé? ¿Debí haberme sentido culpable o dejar que los argumentos hablaran por si mismos? Vi el final antes de que empezara; tomo lo que es mío por el tiempo correcto para estar solo por el resto de la noche. Podría acabarse pero lo detengo ahí. Tocó mi corazón, tocó mi alma, cambio mi vida pero no mis metas. El amor es ciego, pero ahí supe que mi corazón estaba cegado por ti.

Bajé las escaleras de forma apresurada para que el tiempo no poseyera mi tesoro más preciado. Me encontré con mis amigos como de costumbre y hablamos de todo en cuanto surgía: de mi “club de fans”, de los amores de adolescentes, de la familia, de los amigos, de lo bueno y lo malo, de todo hablamos aquella noche en la que todo cambiaria para nosotros.

La luna se hizo percibir con más fuerza cuando la energía eléctrica se ausento por minutos y la penumbra poseyó cierta parte de la ciudad. Mientras por un lado se estaba feliz, por otro triste o melancólico, o confundido, o rodeado por amigos y, sin saberlo, también malhechores.

Justo en el momento que regresó “la luz”, vimos acercarse una motocicleta, con su respectivo piloto y además copiloto. Se estaciono junto a mis amigos y todos pensamos que se trataba de alguien conocido, pero no. Su actitud tranquila se transformó en agresividad en pocos segundos.

Antes que todo pasara supe que era un atraco. El copiloto de tez negra, suéter azul con el borde de las mangas blacas y bolso rojo puma, se bajo de manera apresurada y al instante sacó un revolver y le apunto en la sien a uno de mis amigos, Daniel, que con expresión nerviosa observó a aquel hombre.

Este le dijo de forma calmada: “Dame el celular” y Daniel por supuesto se lo entrego. Pero trató de ser más apresurado que el atracador y pretendió guardar el otro, pero como que él sabia de antemano que se trataba de dos celulares y ahora replicó: “Dame el otro también”. No pudo hacer más que entregarlos de inmediato.

Los atracadores se alejaron veloces. Todos estábamos en shock, debido al susto. Yo no pude observar mucho de lo sucedido porque una amiga me abrazó para tratar de controlar mi miedo, pero luego fue pasmoso lo que sentí.

De inmediato a otros amigos que iban por la calle le informamos lo que había sucedido y reportamos la perdida de los celulares enseguida.

Nunca se me paso por la mente el hecho de no tener el celular en el futuro, sino en lo trágico que pudo haberse convertido ese día. Pudimos haber perdido un amigo o más por un celular. No puedo creer que compararan el valor de una vida con el de un celular.

Al llegar a mi casa todo fue un teatro, y trate de entrar a mi habitación tan pronto como fuera posible, pero sin dar muestra de que algo extraño me había sucedido. La noche se me hizo larga, eterna, tanto como anhelar el cielo de por vida y terminar en el infierno.

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