viernes, 25 de mayo de 2007

TÀTAU

APRENDIZ & VETERANO

El local es estrecho y claro oscuro; dependiendo de la hora y el gusto. Los estantes llenos de bolsos, piercings, billeteras, gorras, cinturones, cascos para motocicletas y ropa sutilmente organizados invitan a un altruismo adverso.

¿Nacemos libres e iguales ante la ley, recibiendo la misma atención y trato de las autoridades y gozando de los mismo derecho, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica? ¿Realmente pertenecemos a una sociedad pluralista cuando ni siquiera podemos hacer juicio de nuestro criterio propio? ¿Cómo sabemos quienes somos si no sabemos para donde vamos? ¿Hay mucho más bueno en lo malo, que malo en lo bueno? ¿Hasta que punto llega el hecho de que lo que no nos mato nos hace más fuertes? ¿Somos masoquistas? ¿Psicológicamente amantes al dolor por inercia? ¿Sugestionados a esto por la generación de adrenalina?

Pareciera que en la actualidad todos tienen un tatuaje. Lo que antes se consideraba propiedad de marineros, ciclistas y fugitivos es actualmente una decoración del cuerpo muy aceptada entre mucha gente. Y ya no se trata de tatuarse anclas, calaveras y buques de guerra. Con emblemas de escuelas, diseños celtas y hasta símbolos personalizados, la gente ha encontrado nuevas maneras de expresarse con sus tatuajes. Tal vez, hayas pensado en hacerte uno.


Marco el tatuista veterano es un hombre de gran experiencia en este campo; la sociedad cartagenera lo ha tenido como artista desde hace 10 años. Julian es el “gerente” del lugar; y junto con Erick el dibujante forman el dúo de aprendices, con 1 mes de experiencia pero del cual han sacado provecho.

Cada miembro de este equipo de tatuadores es tratado con espeto en su círculo social, sin importar su experiencia, ya que se brindan un grado de equilibrio y balance entre si que sacia cualquier otro tipo de falencias que tengan, que se mejoran con el tiempo y con la ayuda de sus maestros.

Aunque pese a cosas y situaciones del universo en las que no podemos intervenir unos nacen con este don (son empíricos) y otros deben y/o quieren tomar clases para ser los mejores. No obstante esto no es fácil, pues los instrumentos para ser un buen tatuista y tener un buen sitio donde sea pulcro y estéril; donde los consumidores se animen a ir, solo con el miedo obvio a tatuarse; se necesita de buenos ingresos económicos para lograrlo. Muchas veces los costos se exceden y este es el motivo principal por el cual no encontramos distintos sitios donde se puedan realizar tatuajes. Asimismo de la asidua competencia negativa que se podría crear; perjudicando especialmente a los consumidores, ya que no tendrían ciertos cuidados solo por obtener dinero.

El equipo debe ser de máxima calidad, para que el cliente este contento con el trabajo además de que es una profesión de tiempo y paciencia su enseñanza requiera de la misma intensidad y dispendios.

No se permite muchas veces que los menores de edad se tatúen porque suelen ir sin la autorización de un mayor de edad o padre de familia y esto puede crearles luego un problema legal y mala reputación para el local.

La utilidad de los tatuajes es diversa: identificación, cosmética, religión y hechicería son los ejemplos más comunes. En ocasiones se ha hecho uso horrendo del tatuaje, como en el caso de sistema de identificación de los judíos en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

En el ejercicio del trabajo de tatuador no ocurre como en otros comúnmente. Donde son más los que lo ejercen que los que se someten a este. Aquí es donde la brecha anteriormente un solo hilo, eslabón o nivel se rompe; porque aquí la psiquis nos carga un dado y es donde empieza todo.

Esta demostrado que el dolor tanto como otros sentimientos y necesidades del hombre en especial son netamente psicológicos y que solo hasta determinado punto (extremo) se puede resistir a ellos y luego saciarlos. Por lo tanto es un componente alimentado por la ansiedad, el miedo, la esperanza, el futuro, la desesperación y la impotencia; que si se logra dominar se ejerce cierto poder sobre el.

Interfiera también el hecho de ser masoquistas por simple inspección de lo nuevo, de lo diferente, del auge, del momento, de la moda y de lo desconocido.


El dolor que se siente en este ritual se puede matizar un poco; más que un dolor, se trata de una molestia continua. No se trata de un tipo dolor de una inyección, ya que las agujas únicamente perforan la piel de forma superficial. Más bien se trata de una vibración o roce constante. No obstante, cada persona soporta de diferente forma el dolor. Es un término muy subjetivo. Además hay zonas del cuerpo más propensas a un dolor más intenso que otras. Y esto esta directamente relacionado también con la clase de aguja que se utilice; aquellas usadas para realizar líneas o perfilar acostumbran a doler más, a diferencia de aquellas utilizadas para sombrear o rellenar.

Si es la primera vez que vas a tatuarte, tranquilízate. En ningún caso tiene que ser el dolor razón para no tatuarte. Está comprobado que cuanto más relajado se está, más capacidad al dolor tenemos. Es cierto que a veces hemos presenciado algún que otro desmayo pero, en ningún caso, se debió por el propio dolor sino por el "pánico" a las agujas o la sangre o por estar demasiado tenso.

Muchas ideas vienen a la mente en el momento antes de ir a tatuarse, pero si se te ha pasado por la cabeza beber alcohol o tomar aspirinas antes de la sesión para ir más relajado, olvídate de ello: con el alcohol y las aspirinas la sangre es más líquida y, en consecuencia, se sangra más. Dado que la sangre de la zona que se está tatuando se lleva parte del color, el tatuador tendrá que hacer más pasadas perdiendo más tiempo y causando más dolor a la persona que está aguantando.

Esta expresión icónica en la piel viene precedida por antecedentes incas y egipcios, tribales y exóticos respectivamente. Dando diferentes tipos de sensaciones a los que los realizan y a los lienzos de estas asombrosas creaciones. Así como también de los viajes realizados por los marinos siglos pasados por el Pacífico y copiando diseños de la personas samoanos pertenecientes a las islas del archipiélago de Polinesia.

Pero no solamente estuvieron fascinados con los tátau, sino que por esta misma razón decidieron adoptarlo en su cultura y equívocamente lo tradujeron como tatuaje.
En español los entusiastas del tatuaje pueden referirse a estos como "tattoos", o el término castellanizado de "tatu", aunque ninguno de estos dos términos está todavía recojidos en el Diccionario de la Real Academia Española.

Este apogeo atractivo trasciende más del simple hecho de marcar la piel y dejar una cicatriz en ella por simple arrebato insensato muchas veces; no es porque se quiera retomar culturas pasadas o ver cuanto toleramos el dolor. Es porque se quiere un recuerdo permanente de un hecho que marco la vida de alguien, algún dibujo que nos trae un recuerdo especial o sentimiento a graficar. Pero para muchos otros es el simple hecho de dejar pasar una agua mil veces por segundos en tu dermis, produciéndote dolor y obteniendo como resultado anticipado a la vez el diseño de una tétrica imitación de gustos procedentes de culturas foráneas. Tales como marcas de ropa, dibujos animados, etc.

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