Aunque es un arte de pescar porque es antiecológico, los pesqueros cartageneros le dan mejor uso.
La pesca con Chinchorro playero o Boliche es una actividad empleada durante años por las comunidades costeras, quienes la emplean para fines de supervivencia (comer y vender), esta labor requiere de la participación de 12 a 24 hombres.
Este arte de pesca a diferencia de otros como la línea de mano, palangre y redes de enmalle tiene una baja selectividad (captura juveniles y adultos, peces pequeños y grandes) lo que se ha convertido en limitante por las consecuencias ecológicas, económicas y sociales que implica. Entre los efectos ecológicos se tienen que afecta a especies que están en la columna de agua (Todo tipo de peces y calamares) y en el fondo “comunidad bentónica” (camarones, poliquetos, cangrejos, erizos, entre otros) que son de vital importancia puesto que sirven de alimento a los peces. Al arrastrar el chinchorro se capturan desde camarones hasta peces pequeños y grandes, muchos de los cuales quedan sin vida en la orilla después de la faena o son botados sin vida al mar, la implicación de capturar peces pequeños esta relacionada con la sostenibilidad del recurso en el tiempo es decir si se sacan peces muy pequeños que no han alcanzado siquiera una primera reproducción, no van a haber peces que puedan reproducirse más adelante, por lo que el número de peces pequeños “juveniles” se reducirá hasta que finalmente y de no tener un control adecuado no existirán peces con potencial reproductivo, que puedan reproducirse para dar peces suficientes que garanticen mantener la población en el tiempo.
¿Ante ello cual podría ser la solución? Siendo una actividad de subsistencia para una gran facción de la población de muchos sectores, se deberían presentar alternativas productivas para ellos que los motivaran a cambiar por otro tipo de artes o cultivos, ya que si bien en otros países la pesca con boliche esta prohibida por sus ya conocidos efectos, en un país como el nuestro de pocas alternativas imponer una medida así sin ninguna alternativa, sería empeorar la vida de muchos colombianos.
Hablar con cada pescador es escuchar vivencias, accidentes y desgracias de las que nadie se ha librado a lo largo de su carrera. Es una permanente lucha contra la muerte por los riesgos que se corren, en cada una de las actividades que exige la pesca, en alta mar. En este sentido, se puede afirmar que la salud de los pescadores está siempre expuesta a una seria vulnerabilidad. Corroborar estas historias es fácil porque en una cofradía relativamente pequeña, cada uno de los pescadores puede hablar de lo que le ocurrió al otro de manera muy similar.
Al margen de los accidentes, un pescador ya da por hecho que acabará sus años con ataques de reuma; sin mencionar las pulmonías, neumonías y gripes. La edad de jubilación de un pescador es diez años menor que en el caso de un trabajador de tierra. Estar y hablar con uno de ellos, o simplemente verles y preguntarles su edad, es comprender de inmediato que ellos envejecen con una rapidez mucho mayor.
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